Andrés Muñoz está firmando una temporada brutal con los Seattle Mariners y dejando claro que no es un cerrador cualquiera. Lo suyo va mucho más allá de cumplir con el trabajo: está dejando huella, juego tras juego, con una solidez que lo pone en otra liga.
En lo que va del año, Muñoz ha salido al montículo 23 veces y ha lanzado 22.2 entradas sin permitir una sola carrera limpia. Números impresionantes, que se suman a 17 salvamentos y 28 ponches. Está intratable, y ya no se trata solo de estar en buena forma: está dominando como pocos. Por eso no es raro que muchos lo vean como uno de los mejores relevistas del momento.
Pero lo de Muñoz no es flor de un día. Está a punto de meterse en un grupo muy exclusivo de lanzadores que han alcanzado los 300 ponches en su carrera antes de cumplir 27 años. Si consigue uno más, se unirá a nombres como Edwin Díaz, Josh Hader o Emmanuel Clase. No es poca cosa: habla de una consistencia y un nivel de ejecución altísimos.
Su camino no ha sido fácil. Llegó a los Mariners en 2020 desde los Padres y desde entonces ha sido una pieza clave del bullpen. A lo largo de seis temporadas en las Grandes Ligas, acumula casi 300 ponches en 219.2 entradas, con una efectividad de 2.38. En 2023 dio el paso definitivo al asumir el rol de cerrador principal, y desde entonces no ha hecho más que crecer.
Con los Mariners peleando en lo más alto de la división Oeste de la Americana, tener a Muñoz cerrando partidos es una garantía. Su impacto va más allá de los números: aporta seguridad al equipo y energía a la grada. Cada vez que lanza, se siente que algo importante puede pasar.
La historia de Andrés Muñoz es de esfuerzo, talento y crecimiento constante. Está construyendo algo grande, y lo mejor es que todavía tiene mucho por delante.